En un caso que ha generado gran repercusión internacional, el tribunal de Singapur ha condenado a Johnson Wen, un joven australiano de 26 años, a nueve días de cárcel por alteración del orden público. El incidente ocurrió durante el estreno de la película Wicked: For Good en la ciudad-Estado, cuando Wen irrumpió en el evento y se abalanzó sobre la cantante y actriz Ariana Grande, provocando un caos que fue captado en video y se volvió viral en cuestión de horas.
El suceso tuvo lugar el pasado 13 de noviembre, en un evento que contó con la presencia de grandes figuras del cine y la música. Wen, que previamente había publicado en sus redes sociales su intención de conocer a “su mejor amiga Ariana Grande”, logró sortear las barreras de seguridad y se lanzó hacia la artista para abrazarla. En el caos que siguió, también se vio a Cynthia Erivo, coprotagonista de la película, intentando contener al intruso. Aunque los guardias de seguridad lograron reducirlo rápidamente, Wen fue captado más tarde en sus redes sociales celebrando su libertad, lo que desencadenó una investigación inmediata.
Al día siguiente, la policía de Singapur lo detuvo y lo acusó formalmente de alteración del orden público. Wen se declaró culpable en el juicio celebrado el lunes 17 de noviembre, y los fiscales propusieron una pena de siete días de cárcel, argumentando que se trataba de un “intruso en serie” que buscaba generar notoriedad en internet. Sin embargo, el juez Christopher Goh decidió aumentar la pena en dos días más, citando los antecedentes del acusado y su comportamiento reincidente.
Wen ya había protagonizado episodios similares en el pasado. Entre ellos, se incluyen su irrupción en el escenario de Katy Perry durante un concierto, su intento de acercarse a The Weeknd en un evento público, e incluso su salto al campo durante la final del Mundial Femenino de Fútbol de 2023. Estos antecedentes fueron clave para que el magistrado considerara que Wen no solo actuó de forma impulsiva, sino que planeó el incidente con el objetivo de llamar la atención.
“Quizás pensabas que aquí ocurriría lo mismo, pero, señor Wen, te equivocas. Debes tener en cuenta que siempre hay consecuencias para nuestros actos”, afirmó el juez durante la sentencia, subrayando la necesidad de que Wen comprendiera la gravedad de sus acciones y pusiera fin a este tipo de comportamientos de forma definitiva.
Singapur, conocida por sus leyes estrictas en materia de orden público, castiga este tipo de delitos con penas que pueden llegar hasta tres meses de prisión y multas de hasta 2.000 dólares singapurenses (aproximadamente 1.324 euros), según el Código Penal local. La sentencia contra Wen refleja la postura firme del país frente a cualquier acción que pueda alterar la seguridad o el orden en eventos públicos.
Por su parte, Ariana Grande no ha emitido ningún comunicado oficial sobre el incidente. La artista, que ha sido abierta sobre su lucha contra el estrés postraumático y la depresión tras el atentado de Mánchester en 2017 —donde murieron 22 personas y más de un centenar resultaron heridas—, fue vista en estado de shock tras el abrazo forzado. En las imágenes, se la observa siendo consolada por su equipo mientras intenta recuperar la compostura.
A pesar del incidente, Grande continuó con su agenda pública. Este fin de semana, fue vista en eventos en Los Ángeles, demostrando su profesionalismo y resiliencia ante situaciones adversas. Su equipo ha mantenido un silencio estratégico, evitando alimentar el escándalo y priorizando su bienestar emocional.
Este caso ha generado un intenso debate en redes sociales sobre los límites entre el entusiasmo de los fans y la seguridad de las celebridades. Muchos usuarios han expresado su preocupación por la creciente tendencia de personas que buscan viralizarse a costa de invadir espacios privados o eventos públicos, poniendo en riesgo tanto a los artistas como a los asistentes.
La sentencia contra Wen podría servir como un precedente para futuros casos similares, especialmente en países con leyes más estrictas. Además, ha puesto en evidencia la necesidad de reforzar los protocolos de seguridad en eventos de alto perfil, donde la presencia de figuras internacionales puede atraer a individuos con intenciones poco convencionales.
En resumen, la condena de nueve días de cárcel no solo busca castigar el acto cometido, sino también disuadir a otros de repetir comportamientos similares. El mensaje del juez es claro: en Singapur, y en muchos otros lugares del mundo, las acciones tienen consecuencias, y la búsqueda de fama no puede justificar la violación de la ley ni la seguridad de los demás.