En un fallo que podría marcar un antes y un después en el panorama laboral español, el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ha reconocido que las pérdidas económicas derivadas de la irrupción de la inteligencia artificial pueden constituir una causa válida para despedir a trabajadores. Esta sentencia, considerada pionera, abre la puerta a que las empresas puedan recurrir a despidos objetivos cuando su facturación se vea afectada por la automatización y la competencia tecnológica.
El caso concreto que dio lugar a esta decisión judicial involucra a una pequeña empresa de traducción, Traductores e intérpretes Eurotext S.L., que despidió a una empleada con 17 años de antigüedad. La empresa argumentó que su volumen de negocio había caído de forma constante en los últimos años, principalmente por la competencia de herramientas de traducción automática impulsadas por IA, como ChatGPT o Gemini. Los magistrados, tras analizar la situación, concluyeron que la transformación tecnológica del sector justificaba el cese, al tratarse de una causa objetiva y no de una decisión arbitraria.
Este veredicto no solo valida la situación de la empresa en cuestión, sino que establece un precedente legal que podría influir en futuros casos similares. En un contexto donde la IA está redefiniendo sectores enteros, desde la atención al cliente hasta la redacción de textos, la justicia empieza a reconocer que los cambios tecnológicos pueden tener consecuencias directas en la viabilidad económica de las empresas.
La transformación digital no es nueva, pero su velocidad y alcance en los últimos años han sido sin precedentes. Según un informe conjunto de la Diputación de Barcelona y la Cambra de Comerç, en los últimos dos años se han perdido casi 3.000 empleos en la provincia de Barcelona solo en el ámbito de los oficinistas, muchos de ellos reemplazados por sistemas automatizados. Este fenómeno no se limita a un solo sector: el Consell de Treball, Econòmic i Social de Catalunya (Ctesc) alerta en su último informe que hasta el 27% de las actividades laborales podrían ser automatizadas o profundamente transformadas por la IA en los próximos años.
Los traductores, como en el caso del TSJ de Castilla y León, son uno de los perfiles más afectados. Las empresas ya no necesitan contratar a profesionales para traducir textos simples o repetitivos, ya que las herramientas de IA ofrecen resultados rápidos y económicos. Según el mismo informe del Ctesc, una de cada cuatro empresas en Cataluña ya utiliza tecnología de generación de lenguaje, ya sea para textos escritos o hablados. Esta tendencia no solo afecta a la productividad, sino también a la estructura laboral de muchas compañías.
La sentencia del TSJ de Castilla y León no niega el impacto humano de estos cambios, pero sí reconoce que las empresas deben tener la capacidad de adaptarse a la nueva realidad económica. El despido objetivo, en este contexto, no se interpreta como una medida punitiva, sino como una herramienta de supervivencia empresarial. Los magistrados subrayan que la transformación tecnológica no es un fenómeno aislado, sino una tendencia global que está redefiniendo los modelos de negocio y los perfiles profesionales.
Sin embargo, esta decisión también plantea importantes cuestiones éticas y sociales. ¿Hasta qué punto es justo que los trabajadores paguen el precio de la innovación tecnológica? ¿Qué medidas deben adoptarse para proteger a los empleados afectados por la automatización? Estas preguntas no tienen respuestas fáciles, pero sí requieren un debate serio y una acción coordinada entre empresas, sindicatos y administraciones públicas.
Algunos expertos sugieren que la solución no está en frenar la innovación, sino en reorientar la formación profesional hacia habilidades que la IA no pueda replicar fácilmente, como la creatividad, la empatía o la toma de decisiones estratégicas. Además, se plantea la necesidad de establecer mecanismos de transición laboral, como programas de reciclaje profesional o incentivos para la creación de nuevos empleos en sectores emergentes.
En resumen, la sentencia del TSJ de Castilla y León es un reflejo de los tiempos que vivimos: una era en la que la tecnología avanza más rápido que las leyes y las estructuras laborales. Aunque el fallo puede ser visto como una victoria para las empresas, también es una llamada de atención para la sociedad en su conjunto. La inteligencia artificial no es solo una herramienta de productividad; es un agente de cambio que está redefiniendo el futuro del trabajo. Y como tal, debe ser gestionada con responsabilidad, equilibrio y visión de futuro.