El mundo de la música española recibe una nueva sacudida con la confirmación oficial de la separación del histórico dúo formado por Sonia Madocha y Selena. Tras meses de especulaciones, la primera de las componentes ha decidido romper su silencio para ofrecer su versión de los hechos, desmontando así la versión que hasta ahora había trascendido. En unas declaraciones contundentes, Madocha describe una situación profesional que se había tornado insostenible y justifica su decisión de poner fin a una etapa que, según sus palabras, ya no resultaba viable para ninguna de las dos partes.
El regreso del dúo en el pasado Benidorm Fest, apenas diez meses atrás, había generado una oleada de nostalgia entre los seguidores del pop español de los noventa. Aquella aparición conjunta, sin embargo, no respondía a un proyecto artístico bien estructurado, sino a una iniciativa puntual de una empresa de eventos que buscaba capitalizar el recuerdo de unas de las formaciones más exitosas de su época. La expectativa creada entre el público contrastaba con la falta de planificación a largo plazo, un desajuste que, según reconoce ahora Sonia, marcó el destino de esta reunión desde su mismo inicio.
Las grietas bajo el escenario
Durante los meses posteriores a su actuación en el festival, las apariencias sugerían que ambas artistas exploraban nuevas posibilidades juntas. La realidad, no obstante, era bien distinta. Madocha confiesa que las diferencias de criterio surgieron prácticamente desde el primer momento, intensificándose conforme avanzaba el año. Lo que en un principio podían ser simples desacuerdos creativos evolucionó hasta convertirse en un desgaste constante que minaba la convivencia profesional.
La cantante explica que durante todo este tiempo intentó conciliar los compromisos adquiridos con su genuino anhelo de desarrollar una trayectoria en solitario, una aspiración que, asegura, había comunicado con total transparencia desde el comienzo. No obstante, la dinámica de trabajo en equipo resultaba cada vez más compleja, y la falta de entendimiento mutuo transformó cada reunión, ensayo o negociación en un auténtico desafío para ambas.
La gota que colmó el vaso
El punto de inflexión llegó cuando tanto Selena como la productora del dúo comenzaron a insinuar públicamente que la disolución había sido una decisión unilateral tomada por Sonia. Estas declaraciones, lejos de reflejar la realidad según su perspectiva, la obligaron a salir al paso para defenderse de lo que considera acusaciones injustas que dañan su reputación profesional.
"Nunca dejé de actuar con sinceridad", afirma Madocha, quien enfatiza que su intención nunca fue perjudicar a su excompañera, sino simplemente poner orden en una situación que ya no beneficiaba a ninguna de las dos. La presión mediática y las versiones contradictorias la han llevado incluso a plantearse medidas legales para proteger su imagen pública y dejar claro su posicionamiento ante los fans y la industria.
El peso de una marca conjunta
Uno de los aspectos más complejos de esta separación radica en el legado compartido que ambas artistas construyeron durante décadas. El éxito rotundo de la marca Sonia y Selena, que se convirtió en un referente indiscutible del pop festivo español, terminó por eclipsar por completo las identidades individuales de cada una. Mientras el público las seguía percibiendo como un único ente artístico, las diferencias creativas y personales de cada una crecían.
Madocha reconoce que, aunque siempre se ha sentido agradecida por el cariño recibido, esta falta de distinción se convirtió en un obstáculo real para su desarrollo personal como artista. Incluso durante su reciente regreso, muchos seguidores seguían sin diferenciarlas, ignorando las inquietudes y aspiraciones particulares de cada una. Esta situación, lejos de ser anécdota, representaba una barrera seria para quien necesitaba reivindicar su propio espacio creativo fuera de la sombra del dúo.
Un futuro por separado
Con la ruptura ya consumada, Sonia Madocha se enfrenta ahora al reto de consolidar su carrera en solitario, lejos de la comodidad y el reconocimiento que ofrecía la marca conjunta. La artista se muestra convencida de que esta decisión, aunque difícil, era la única vía para preservar su integridad artística y personal.
El episodio sirve como recordatorio de las complejidades que entraña gestionar relaciones profesionales en el mundo del espectáculo, donde la nostalgia y el éxito pasado pueden pesar tanto como las ambiciones del presente. Mientras Selena aún no se ha pronunciado al respecto, la versión de Madocha abre un debate sobre la gestión de expectativas, la comunicación en equipos artísticos y la necesidad de proteger la identidad individual en contextos de colaboración.
La industria musical española observa ahora cómo ambas artistas emprenden caminos separados, con la incógnita de si lograrán despegue individual o si el peso de su historia conjunta seguirá marcando sus futuros proyectos. Lo que parece claro es que, para Sonia Madocha, la prioridad ya no es mantener viva una marca, sino construir una trayectoria auténtica y personal, libre de ataduras que la hagan sentir, una vez más, en una situación insostenible.