Frankenstein 2025: La criatura como víctima

Guillermo del Toro reinventa el mito con realismo y profundidad psicológica, mostrando al monstruo como víctima de su creador.

La nueva versión de Frankenstein, dirigida por Guillermo del Toro y prevista para estrenarse en octubre de 2025, no es una simple relectura del clásico de Mary Shelley. Es una reinterpretación audaz, oscura y profundamente humana que desafía los clichés del monstruo y reubica el foco en la tragedia de su creación. Con Oscar Isaac como Víctor Frankenstein y Jacob Elordi como la criatura, la película propone una mirada más realista, emocional y psicológicamente compleja que las versiones anteriores.

Del Toro estructura la historia en tres actos bien diferenciados. El primero, un preludio ambientado en 1857, nos lleva a un paisaje helado del norte, donde un barco danés encuentra el cuerpo maltrecho de Frankenstein y, más importante aún, la sombra inquietante de su criatura. Este arranque no solo establece el tono gótico y melancólico de la película, sino que también introduce una tensión narrativa que persiste hasta el final.

La segunda parte se centra en el relato de Víctor: su infancia marcada por un padre autoritario, su obsesión por la muerte y la pérdida de su madre, y su relación con Elizabeth, ahora prometida de su hermano menor. Esta construcción psicológica es clave para entender la motivación del científico: no es un loco sin razón, sino un hombre roto por el dolor y la culpa, que busca desafiar la muerte como forma de redención.

La tercera parte, quizás la más innovadora, pertenece a la criatura. Aquí, Del Toro se atreve a humanizar al monstruo, mostrándolo no como un ser violento por naturaleza, sino como una víctima de la arrogancia y el abandono de su creador. La criatura, que se ve a sí misma como un "vástago de un osario", busca desesperadamente un sentido, una identidad, un alma. Su dolor es tan palpable como el de Víctor, y su evolución emocional es uno de los puntos más logrados de la película.

El director juega con la dualidad de perspectivas: la del creador y la del creado. Ambos son protagonistas, ambos son víctimas, ambos están atrapados en un ciclo de culpa, rechazo y búsqueda de redención. Esta estructura narrativa permite al espectador empatizar con ambos personajes, rompiendo con la tradición de presentar al monstruo como un villano.

Visualmente, la película es una obra de arte. Del Toro, conocido por su estética cuidada y su amor por lo gótico, vuelve a demostrar su maestría en la creación de atmósferas densas y opresivas. Cada plano, cada sombra, cada detalle de producción está pensado para sumergir al espectador en un mundo oscuro, pero bellamente construido. La escena en la que Víctor disecciona un cadáver y Elizabeth lo compara con pinturas de mártires es un ejemplo perfecto de cómo la película mezcla lo macabro con lo estético.

En resumen, Frankenstein 2025 no es solo una adaptación más del clásico literario. Es una reflexión sobre la paternidad, la responsabilidad, la culpa y la búsqueda de identidad. Es una historia que nos invita a cuestionar quién es realmente el monstruo: ¿el ser creado, o aquel que lo creó sin pensar en las consecuencias? Con una dirección magistral, actuaciones intensas y una narrativa innovadora, esta película promete ser una de las más impactantes del año.

Si eres fan del cine de autor, del terror psicológico o simplemente de las historias que desafían los géneros, esta es una película que no puedes perderte. Guillermo del Toro vuelve a demostrar por qué es uno de los directores más originales y visionarios de nuestro tiempo.

Referencias