En pleno corazón de Madrid, a pocos pasos de la Plaza de España, se esconde un pequeño refugio que transporta al visitante a las calles de Kioto. Doku Toku no es solo otra cafetería asiática: es un proyecto con alma, donde cada detalle —desde la vajilla de cerámica hasta la música suave— está pensado para envolverte en una experiencia sensorial única. Su ubicación, en una calle discreta de la Plaza de los Cubos, podría pasar desapercibida si no fuera por las recomendaciones en redes sociales que lo han convertido en un destino obligado para amantes de la cultura japonesa.
El dueño, Qinyong Zhang, madrileño de nacimiento y ex diseñador de videojuegos, decidió cambiar los píxeles por el aroma del café y el té matcha tras formarse como barista. Su pasión se nota en cada rincón del local: desde la decoración kawaii hasta la atención personalizada que reciben los clientes. No es raro verlo observando con una sonrisa cómo los comensales disfrutan su primera mordida —una señal de que aquí no se trata solo de servir comida, sino de conectar emocionalmente.
La carta es un viaje por la cocina japonesa sin caer en clichés. Olvídate de los noodles recalentados o el sushi de supermercado. Aquí encontrarás onigiris rellenos de bonito seco y mayonesa japonesa, curry Omurice con un toque cremoso, y bebidas artesanales como la ayuzu soda, una refrescante mezcla cítrica y floral que se prepara en casa. Cada plato llega con esmero, como si fuera un regalo, y eso se nota en la fidelidad de su clientela —muchos de ellos regresan semana tras semana.
La atmósfera es íntima, casi cinematográfica: te sientes como en una película de Studio Ghibli, donde cada gesto cuenta una historia. Y aunque el local es pequeño —y a veces hay que esperar mesa—, el ambiente acogedor y la calidad del servicio hacen que valga la pena. No es fácil encontrar un lugar donde el café, el té y la comida caliente convivan en armonía, pero Doku Toku lo logra con elegancia.
Si buscas un espacio donde desconectar del bullicio de la ciudad, probar sabores auténticos y sentirte como en casa, este rincón japonés en Madrid es tu destino. Porque aquí no solo se come bien: se vive una experiencia.