El pasado 22 de diciembre, la Catedral de Manchester se convirtió en el epicentro de una despedida conmovedora para uno de los pilares del rock británico. Gary 'Mani' Mounfield, el mítico bajista que dejó su huella tanto en Stone Roses como en Primal Scream, recibió un homenaje íntimo pero cargado de simbolismo, justo un mes después de su fallecimiento el 20 de noviembre a los 63 años víctima de complicaciones respiratorias causadas por un enfisema.
La ceremonia, celebrada en uno de los templos más emblemáticos de la ciudad, reunió a un elenco de figuras que reflejó la profunda influencia que Mani ejerció en la cultura musical del Reino Unido. Entre los asistentes destacaron sus antiguos compañeros de banda Ian Brown y John Squire, junto al batería Alan 'Reni' Wren, completando así la formación original de Stone Roses. También estuvo presente Bobby Gillespie, líder de Primal Scream, proyecto con el que Mani desarrolló una fructífera colaboración durante décadas.
El mundo del rock se hizo notar con la presencia de Paul Weller, el icónico modfather británico, así como Tim Burgess de The Charlatans, Guy Garvey de Elbow, Peter Hook, mítico bajista de Joy Division y New Order, y Paul 'Bonehead' Arthurs, antiguo guitarrista de Oasis. Pero la lista no terminaba ahí: el deporte también quiso rendir tributo, con la asistencia de David Beckham y Gary Neville, ambos ídolos del Manchester United y conocidos aficionados a la música madchester.
Sin embargo, el momento más emotivo de la jornada llegó cuando Liam Gallagher, la voz más reconocible del britpop junto a su hermano Noel, se unió a Ian Brown para cargar uno de los laterales del féretro. Este gesto, captado por los fotógrafos, simbolizó la estrecha amistad que unía a Mani con los Gallagher, una relación que trasciende las rivalidades históricas entre bandas y que consolidó el tejido social de la escena de Manchester en los años 90.
El féretro, una pieza simbólica en sí misma, lucía el característico diseño de rodajas de limón que inmortaliza la portada del primer álbum de Stone Roses, considerado una obra maestra del rock alternativo. Además, incorporaba detalles inspirados en la estética de Jackson Pollock, un guiño artístico que reflejaba la personalidad ecléctica del bajista. Las coronas de flores que lo acompañaban reproducían sus apodos más queridos: 'Mani' y 'R Kid', como le llamaban sus allegados.
En las calles aledañas a la catedral, cientos de seguidores se congregaron para despedir a su ídolo. Muchos lucían las camisetas, sudaderas y sombreros de pescador que se convirtieron en emblemas de la cultura Stone Roses, creando un mosaico visual que celebraba la herencia de Mani. La presencia de estos aficionados, bajo el frío invernal de Manchester, demostró el impacto duradero que tuvo el músico en generaciones de melómanos.
Durante la ceremonia, Ian Brown tomó la palabra para describir a su compañero de fatigas como un "hermano inseparable". Sus palabras resonaron con emoción: "Mani tenía la capacidad de iluminar cualquier espacio con su presencia. Su humor y generosidad eran incomparables. Nos deja un vacío enorme, pero también recuerdos imborrables". Esta declaración resume la esencia de un músico que no solo destacó por su técnica en el bajo, sino por su carisma contagioso.
Por su parte, Bobby Gillespie ofreció un testimonio que destacó la sencillez y cercanía de Mani. El líder de Primal Scream recordó cómo el bajista siempre hacía sentir valorados a quienes lo rodeaban, y cómo su sentido del humor podía transformar cualquier situación, por más tensa que fuera. "Era el alma de cualquier fiesta, pero también el corazón de cualquier canción", afirmó Gillespie.
La muerte de Mani ha dejado un hueco irreparable en el panorama musical británico. Su estilo de tocar el bajo, mezcla de melodía y ritmo, sentó las bases para el sonido madchester que definió una época. En Stone Roses, su línea de bajo en temas como "She Bangs the Drums" o "Fools Gold" se convirtió en referente para toda una generación de músicos. Posteriormente, en Primal Scream, demostró su versatilidad adaptándose al sonido más experimental y electrónico de la banda.
El legado de Mani trasciende lo musical. Representa el espíritu de una ciudad, Manchester, que en los años 80 y 90 se convirtió en capital cultural mundial. Su figura simboliza la autenticidad y la pasión por el arte sin concesiones, valores que resonaron en la ceremonia del 22 de diciembre.
A medida que los asistentes abandonaban la catedral, el ambiente era de celebración de una vida intensa y bien vivida, más que de mera lamentación. Las conversaciones entre músicos, la camaradería entre antiguos rivales y la presencia de nuevas generaciones de artistas que citan a Mani como influencia, confirmaron que su impacto perdurará.
En las redes sociales, el hashtag #Mani se convirtió en trending topic, con mensajes de fans de todo el mundo compartiendo sus canciones favoritas y anécdotas personales. La comunidad musical ha perdido a uno de los suyos, pero ha ganado un mito que seguirá inspirando.
El funeral de Gary 'Mani' Mounfield no fue solo un adiós, sino un reconocimiento a una carrera que ayudó a definir el sonido de una nación. En Manchester, la ciudad que le vio nacer y crecer como artista, sus amigos, familiares y admiradores le dieron el último adiós que merecía: lleno de música, respeto y, sobre todo, el humor que él tanto disfrutaba.