Los juegos narrativos han experimentado una notable evolución en los últimos años, y el reciente lanzamiento de Dispatch representa un salto cualitativo respecto a fórmulas previas como las de Telltale Games. Aunque es discutible que no todas las elecciones tengan el mismo impacto, lo cierto es que las decisiones del jugador adquieren una relevancia inusual en este título. Las acciones que tomamos durante la partida definen significativamente el desarrollo profesional del protagonista y determinan qué final obtendremos, con una profundidad que supera a muchas entregas anteriores del género.
En Dispatch, el jugador se enfrenta a dilemas complejos: establecer vínculos románticos con distintos personajes, dar segundas oportunidades a ciertos héroes o incluso tomar decisiones drásticas sobre quién permanece en el equipo. Cada una de estas elecciones desencadena escenas distintas, mecánicas de juego específicas o combinaciones de ambos elementos. Sin embargo, precisamente esta ramificación narrativa es la que genera un problema de fondo cuando se plantea una continuación directa.
El dilema de las continuaciones en juegos de decisiones
La industria ya ha vivido esta situación con títulos de múltiples temporadas. La experiencia demuestra que cuando un juego ofrece ramificaciones significativas, la secuela se ve forzada a minimizar esas diferencias para poder gestionar el desarrollo de forma viable. Es técnicamente imposible crear cinco juegos distintos dentro de uno solo, por lo que la mayoría de las decisiones acaban diluyéndose en referencias menores o en escenas opcionales de poco peso.
Este fenómeno crea una sensación de desilusión en el jugado, quien percibe que su agencia fue temporal y que las promesas de impacto real en la historia no se cumplen a largo plazo. La promesa de que "tus decisiones importarán" se convierte en un eco vacío cuando la secuela tiene que normalizar el relato para poder continuar. Es un círculo vicioso: cuanto más ramificada es la primera entrega, más complejo resulta mantener esa coherencia sin un esfuerzo de desarrollo desproporcionado.
La solución antológica: reinventar sin traicionar
Frente a este escenario, la propuesta más sensata pasa por adoptar un formato antológico. La historia de Robert Robertson alcanza un cierre satisfactorio en esta primera entrega, con un arco narrativo completo que no necesita forzosamente una prolongación directa. En lugar de sacrificar la integridad de las decisiones del jugador por mantener el mismo protagonista, la franquicia podría explorar nuevas perspectivas dentro del mismo universo.
Este modelo permitiría a AdHoc Games desarrollar una segunda temporada donde el universo compartido sea el verdadero protagonista, no un personaje específico. Las referencias a los eventos de la primera entrega podrían existir como easter eggs o líneas de diálogo ocasionales, sin necesidad de convertirse en pilares de la trama. De este modo, cada jugador conservaría intacta su experiencia personal sin que la continuidad canónica la invalide.
Nuevos horizontes narrativos dentro del universo Dispatch
El plantel de personajes del Equipo Z ofrece múltiples oportunidades para explorar historias paralelas. Figuras secundarias que captaron el interés de la comunidad podrían convertirse en protagonistas de sus propias aventuras, con estilos de juego y dilemas morales completamente diferentes. Imaginemos una temporada centrada en una heroína que manipula la luz y los colores, con mecánicas de puzles visuales, o la historia de un personaje de fuerza bruta que debe equilibrar su vida personal con las responsabilidades del equipo.
Incluso villanos carismáticos o antihéroes podrían ofrecer perspectivas frescas que enriquezcan el mundo ficticio. El favoritismo de los seguidores hacia ciertos personajes no debe pasarse por alto, pero tampoco debe condicionar la narrativa hasta el punto de forzar continuaciones que no tienen sentido dramático.
Beneficios para el estudio y la comunidad
Desde una perspectiva de desarrollo, el formato antológico optimiza recursos. En lugar de destinar un presupuesto masivo a crear contenido ramificado que solo verá una fracción de la audiencia, el equipo puede concentrarse en construir una nueva historia sólida y bien pulida. Esto no implica menos contenido, sino contenido más enfocado y accesible para todos los jugadores por igual.
Para la comunidad, este modelo garantiza que cada temporada sea un punto de entrada válido. Los nuevos usuarios no necesitarían haber jugado entregas previas para disfrutar la experiencia completa, mientras que los veteranos encontrarían recompensas en las referencias y el mundo expandido. Es un equilibrio que muy pocas franquicias narrativas logran mantener.
Conclusión: mirar al futuro sin olvidar el pasado
La fuerza de Dispatch radica en su capacidad para hacer sentir al jugador que sus decisiones tienen peso real. Extender la historia de Robert Robertson de forma directa solo puede lograrse a costa de ese mismo principio. La alternativa antológica no es una renuncia, sino una evolución creativa que respeta tanto el trabajo de los desarrolladores como la experiencia de los usuarios.
La industria del entretenimiento interactivo necesita propuestas que resuelvan el dilema entre narrativa ramificada y viabilidad comercial. Dispatch tiene la oportunidad de establecer un precedente valioso: que el futuro de los juegos narrativos no pasa por forzar continuaciones, sino por construir universos lo suficientemente ricos como para contar múltiples historias sin repetir fórmulas. La primera temporada ha demostrado que AdHoc Games domina el arte de la elección significativa; ahora es momento de demostrar que también entienden cuándo es el momento de dar paso a nuevas voces dentro de su propio mundo.