La espera ha terminado. Este domingo por la noche arranca la segunda edición de La casa de los gemelos, el reality show digital liderado por Zona Gemelos y presentado por Kiko Hernández. Sin embargo, el verdadero aliciente de esta nueva temporada reside en un fichaje inesperado: Víctor Sandoval, quien llega al programa con el rol de El Dictador y una misión clara: transformar el panorama televisivo desde dentro.
En una conversación exclusiva, Sandoval desgrana los detalles de su vuelta a los platós después de seis meses de ausencia. Su regreso no responde a una necesidad de visibilidad, sino a una convicción profunda: la televisión tradicional ha perdido su chispa. "Llego dispuesto a prender fuego a la televisión", afirma tajante. "La tele está dormida, no hay ningún programa que me interese. Está todo reprimido o encorsetado. Vamos a volver a hacer el reality puro, a hacer telerrealidad, realidad, no televisión guionizada".
Su función dentro del formato, lejos de ser meramente ornamental, se articula como un elemento disruptivo. "Mi intención es poner normas, pero lo que luego vaya a pasar es imprevisible, como en cualquier reality. Apareceré y diré 'he visto esto y hay que hacer esto o lo otro', pero cuidado, no tengo la vista bien, tengo cierta edad y quizá vea cosas que no han pasado", bromea. Esta declaración, aunque irónica, revela su estrategia: la autoridad sin rigidez, la regla sin perder la espontaneidad.
La filosofía que impulsa su participación se sustenta en la libertad creativa. "Vamos a ser libres. En esta casa todo el mundo puede ser libre y lo que queremos es divertirnos. Vamos a ponerle pimienta y guindilla a esa libertad. Vamos a sacar lo bueno y lo malo de cada uno, pero de una manera divertida y positiva", explica. Este enfoque contrasta radicalmente con los formatos convencionales, donde los guiones y las ediciones manipulan la autenticidad.
El comunicador no oculta su entusiasmo por colaborar con talentos emergentes. "Me encanta apostar por gente tan talentosa que está empezando y que tiene tan buenas ideas. No es una cuestión de dinero, ya que en mi caso te aseguro que no se trata de eso. Siempre que he hecho algo, casi nunca ha sido por dinero, cuando ha sido por dinero ha sido cuando no he querido hacerlo, como Supervivientes. Esto lo hago porque me apetece", subraya. Su motivación es puramente pasional, un factor que considera esencial para la calidad del producto final.
Respecto a su relación con Kiko Hernández, con quien comparte trayectoria profesional, Sandoval muestra una lealtad inquebrantable. "Con Kiko siempre me he llevado estupendamente. Jamás he tenido un problema con él, algo que no puedo decir de otros", revela. Esta armonía entre ambos garantiza una química en pantalla que, sin duda, beneficiará al formato.
La presencia de Coto Matamoros, a quien apoda "el verdugo", completa el triángulo de poder del programa. "Si hay que cortar cabezas, para esto está Coto Matamoros", sentencia, dibujando un escenario donde el drama y la tensión tendrán peso específico, pero siempre dentro de un contexto lúdico.
Ante la pregunta sobre cómo percibe que recibirán este espacio las cadenas y productoras tradicionales, su respuesta es desafiante: "Me da igual cómo se reciba este programa en las cadenas o las productoras, me importa una mierda cómo lo reciban los demás. Me importa cómo lo recibo yo. Lo importante en la vida eres tú. Si te importa y te afecta lo que digan los demás, tienes un problema". Esta declaración de principios define su postura: la autenticidad por encima de la complacencia.
Sandoval rechaza la idea de reinventarse. "Yo no estoy para que se me redescubra, ya estoy descubierto. Estoy aquí y sigo siendo el mismo. Y si no estoy en televisión es porque no quiero estar en algunos sitios o porque no me lo han propuesto de la manera correcta", argumenta. Su identidad profesional está consolidada y no necesita artificios para permanecer relevante.
El proyecto representa un hito en su carrera: "Me hace mucha ilusión porque antes de esto ya era fan de los gemelos. Todo lo que deseo se cumple... tengo ese problema. He estado seis meses sin hacer televisión y ahora me han ofrecido algo que sí me interesa". Esta confesión humaniza al veterano comunicador, mostrando su vulnerabilidad y su necesidad de proyectos que le apasionen.
La apuesta de La casa de los gemelos 2 es clara: un reality sin filtros, sin censura creativa y con la libertad como bandera. Sandoval llega no como un simple colaborador, sino como un agente de cambio dispuesto a cuestionar las estructuras obsoletas. Su misión es devolverle a la televisión su capacidad de sorprender, de generar debate y, sobre todo, de entretener sin complejos.
El formato online le permite margen de maniobra que la televisión convencional no ofrece. Esta flexibilidad es el caldo de cultivo perfecto para su visión. No se trata de provocación gratuita, sino de recuperar la esencia perdida del género reality: la verdad sin edulcorantes, la emoción sin guion, el conflicto sin manipulación.
La industria audiovisual española observará con lupa este experimento. Si tiene éxito, podría abrir la puerta a una nueva ola de contenidos digitales que desafíen el statu quo. Sandoval lo sabe y asume el riesgo: "Vamos a ponerle pimienta y guindilla a esa libertad". La metáfora culinaria es perfecta: el programa necesitaba sazón, y él llega para proporcionarlo sin miedo a quemar.
Su regreso no es un capricho, es una declaración de intenciones. La casa de los gemelos 2 se presenta como el terreno donde Víctor Sandoval pondrá a prueba su teoría: que el público sigue hambriento de autenticidad. Que la televisión no ha muerto, solo está dormida. Y que, con la chispa adecuada, puede volver a arder con intensidad.