Rafael Canogar, figura clave del arte contemporáneo español, no duda en señalar una injusticia fiscal que afecta al sector cultural: el 21% de IVA aplicado a la compra de arte en España. Para él, esta cifra es desproporcionada si se compara con países como Italia o Francia, donde el impuesto se reduce al 5%. Esta diferencia, según Canogar, no solo penaliza a los artistas y coleccionistas, sino que también refleja una falta de reconocimiento institucional hacia el valor cultural y económico del arte.
Su crítica no surge en vacío. Canogar forma parte de una generación que tuvo que reconstruir el panorama artístico español tras la Guerra Civil. En aquellos años, España estaba culturalmente aislada y marginada en el contexto europeo. Fue entonces cuando un grupo de artistas, entre los que se encontraban Luis Feito, Manolo Millares y Antonio Saura, decidieron unirse para cambiar esa realidad. Así nació El Paso, un colectivo que buscaba conectar el arte español con las vanguardias internacionales.
La lucha no fue fácil. En los años 50, la escena artística en Madrid era prácticamente inexistente. La galería Fernando Fe, pionera en promover el arte abstracto, cerró por falta de ventas. Pero ese fracaso no desanimó a los artistas. Se reunían en cafés, discutían, organizaban conferencias y difundían información sobre las grandes exposiciones internacionales. Su objetivo era claro: posicionar a España como un país culturalmente relevante en Europa.
Uno de sus mayores logros fue convencer al comisario de Asuntos Exteriores de la época para que incluyera a artistas de El Paso —junto con figuras como Chillida y Tàpies— en el pabellón español de la Bienal de Venecia de 1958. Aquel evento fue un punto de inflexión. La Bienal era entonces el escaparate mundial del arte, y la presencia española allí abrió puertas internacionales. De la noche a la mañana, los artistas españoles pasaron de no vender nada a ser demandados por galerías europeas y museos como el MoMA o el Guggenheim.
Este éxito no solo cambió sus carreras, sino que también transformó el ecosistema artístico en España. Galerías como Juana Mordó y Elvira González comenzaron a surgir, creando un mercado más dinámico y profesional. Sin embargo, Canogar insiste en que aún queda mucho por hacer, especialmente en términos fiscales. “No hay derecho a que en España se pague el 21% de IVA por comprar arte”, afirma con rotundidad.
Para él, el arte no es un lujo, sino un bien cultural que debe ser accesible y fomentado. Reducir el IVA no solo beneficiaría a los artistas y coleccionistas, sino que también impulsaría el turismo cultural y la economía creativa del país. En un contexto en el que otros países europeos ya han adoptado políticas más favorables, España sigue rezagada.
Canogar, con su trayectoria y su voz, sigue siendo un referente. Su lucha no es solo por el reconocimiento de su obra, sino por un sistema que valore y proteja el arte como patrimonio colectivo. Y mientras siga habiendo artistas como él, la cultura española seguirá encontrando su lugar en el mundo —aunque, por ahora, con un IVA que muchos consideran injusto.