La polémica ha vuelto a surgir en torno a la serie 'Física o Química', esta vez por unas declaraciones de Maxi Iglesias que han generado reacciones entre sus antiguos compañeros. En una reciente entrevista en el podcast 'Malas personas', el actor reveló que sufrió bullying durante su etapa en la serie, atribuyéndolo a la envidia de sus compañeros por su protagonismo. Ahora, Angy Fernández, quien compartió escena con él en la ficción, ha respondido con mesura y cierta sorpresa ante estas afirmaciones.
En su intervención en 'Espejo Público', Angy no niega la posibilidad de que Maxi haya vivido una experiencia dolorosa, pero sí cuestiona la generalización y el momento elegido para hacerlo público. "¿Tú crees que yo le he hecho bullying a alguien? Obviamente no. Más que nada porque generalizar parece que nos hace cómplices, y eso es lo que me entristece", afirmó la actriz, subrayando que, a pesar de las tensiones que puedan surgir en un entorno laboral, ella y Maxi mantienen una relación de amistad.
Angy reconoce que la envidia puede ser un motor de conflicto, especialmente en entornos competitivos como el mundo del espectáculo. "Desde la envidia se puede hacer mucho daño", admitió, pero añadió que, desde su perspectiva, no hubo nada que pudiera calificarse como alarmante. "No le estoy invalidando; a lo mejor él vivió algo que yo no vi", matizó con empatía, mostrando una actitud comprensiva hacia la experiencia personal del actor.
Sin embargo, lo que más le llama la atención a Angy es el timing de estas declaraciones. "Y que lo cuente ahora, me parece que no venía a cuento. Si lo han solucionado, ¿por qué lo cuenta ahora?", se preguntó la actriz, sugiriendo que, si el asunto ya fue superado, su resurgimiento podría generar más confusión que claridad. Esta reflexión apunta a una preocupación más amplia: la necesidad de equilibrar la verbalización de traumas con el contexto en el que se comparten.
La actriz también destacó la importancia de no caer en la culpa colectiva. "Al final somos amigos, ¿sabes?", recordó, haciendo hincapié en que las relaciones humanas no pueden reducirse a una sola experiencia negativa, por dolorosa que haya sido. Su postura refleja un intento de humanizar el debate, evitando que se convierta en un juicio público o en una búsqueda de culpables.
Maxi Iglesias, por su parte, ha explicado que su proceso de sanación incluyó terapia y que hablar de estos temas le ha ayudado a cerrar ciclos. Aunque no ha nombrado a nadie específicamente, su testimonio ha generado un debate sobre cómo se manejan las dinámicas de poder y la competencia en el mundo del entretenimiento, especialmente cuando los protagonistas son jóvenes.
La respuesta de Angy Fernández invita a reflexionar sobre cómo abordamos las heridas del pasado. ¿Es siempre útil revivirlas? ¿Qué papel juega el tiempo en la sanación? Y, sobre todo, ¿cómo podemos hablar de estos temas sin herir a quienes, aunque no hayan sido conscientes de su impacto, formaron parte de esa historia?
En un entorno donde la salud mental y la empatía cobran cada vez más relevancia, el caso de Maxi y Angy se convierte en un ejemplo de cómo las narrativas personales pueden chocar con las percepciones colectivas. Ambos actores, con sus distintas perspectivas, nos recuerdan que la verdad no siempre es única, y que escuchar con respeto, aunque no se comparta la misma visión, es un paso fundamental hacia la comprensión mutua.