El choque entre Villarreal y Getafe del pasado sábado en el estadio de La Cerámica dejó mucho más que tres puntos en juego. La contienda, que finalizó con victoria local, quedó empañada por una decisión arbitral que generó una intensa polémica y encendió los ánimos en el seno del conjunto madrileño. El centro del debate: la expulsión directa del centrocampista azulón Luis Milla, quien fue expulsado por protestar una acción que, a juicio de los visitantes, no había sido sancionada con la contundencia que merecía.
El incidente que desató toda la controversia tuvo lugar cuando el jugador del Villarreal, Buchanan, propinó un balonazo a quemarropa contra un rival sin que el colegiado tomara medidas al respecto. Esta falta de sanción inicial provocó la airada reacción de Milla, quien al manifestar su disconformidad de manera vehemente recibió la tarjeta roja directa, dejando a su equipo con diez hombres durante un período crucial del encuentro.
La decisión del árbitro no solo alteró el desarrollo del partido, sino que también desató una oleada de críticas hacia su actuación. El portero del Getafe, David Soria, se convirtió en el portavoz más contundente de las quejas del club, ofreciendo unas declaraciones demoledoras en las que no escatimó en reproches hacia la dirección del encuentro.
Soria, visiblemente molesto por el desenlace, analizó la jugada con dureza: "Para empezar, le propinan un pelotazo a escasos centímetros que, de impactar en el cráneo, podría ocasionar lesiones graves. El árbitro ha adoptado una postura de falsa valentía, como suele ocurrir con nosotros". Sus palabras reflejaban un sentimiento de persecución arbitral que, según el guardameta, afecta desproporcionadamente al Getafe.
La crítica más incisiva del cancerbero llegó cuando cuestionó la doble vara de medir de los colegiados: "Existen futbolistas, a los que no voy a identificar, que se permiten burlarse abiertamente de los árbitros sin que estos tengan la determinación de expulsarlos. Sin embargo, nosotros acabamos perjudicados una y otra vez". Esta afirmación pone de manifiesto una supuesta desigualdad en el criterio disciplinario que, según la versión del club, perjudica a los equipos más modestos.
El capitán de la defensa azulona reconoció sin ambages que el episodio fue determinante para el resultado final. "Enfrentarse a un conjunto de la entidad del Villarreal ya representa un desafío mayúsculo por sí mismo. Si a eso le sumas quedarte con un hombre menos, y encima por las circunstancias que hemos vivido, la dificultad se convierte en una quimera", reflexionó Soria, consciente de que la expulsión minó las opciones de puntuar de su equipo.
El guardameta madrileño también mostró su preocupación por las consecuencias que podría tener la roja directa para su compañero Milla. "Esperamos que el organismo rector tenga en cuenta las circunstancias y no recaiga un castigo excesivo. Lo más probable es que se pierda el próximo compromiso contra el Espanyol, pero confiamos en que no se extienda más allá", manifestó, mostrando su apoyo al mediocentro sancionado.
La polémica ha reabierto el debate sobre la consistencia arbitral en LaLiga y la percepción de que existen diferentes criterios según la entidad de los clubes implicados. El Getafe, históricamente, ha sido uno de los equipos que más ha denunciado esta supuesta discriminación, y las palabras de Soria vienen a alimentar una teoría que lleva años presente en los vestuarios del Coliseum Alfonso Pérez.
Desde el punto de vista reglamentario, la expulsión de Milla por protestas abiertas es correcta, pero la queja del club se centra en la falta de sanción previa a la acción de Buchanan. El balonazo, que podría haberse considerado conducta antideportiva, pasó desapercibido para el colegiado, lo que generó la frustración que desembocó en la roja.
El contexto del encuentro también jugó a favor del Villarreal, que ya dominaba el marcador cuando se produjo la expulsión. La superioridad numérica permitió al conjunto de Quique Setién administrar el resultado con mayor tranquilidad, mientras que el Getafe vio cómo sus opciones de remontada se esfumaban casi por completo.
Las estadísticas reflejan que el Getafe es uno de los equipos que más tarjetas acumula en las últimas temporadas, pero también que es de los que menos faltas a su favor recibe. Esta correlación alimenta la sensación de desamparo que transmiten desde el club, y que Soria ha verbalizado con contundencia.
El futuro inmediato del conjunto madrileño pasa por afrontar la jornada siguiente sin Milla, una baja sensible en el eje del centro del campo. La esperanza del vestuario es que la Federación, al revisar el caso, considere que la reacción del jugador, aunque inadecuada, estuvo motivada por una provocación previa no sancionada.
Mientras tanto, el debate sobre la uniformidad en las decisiones arbitrales continúa vigente. La necesidad de que exista un criterio homogéneo, independientemente de los colores del escudo, es una reivindicación constante en el mundo del fútbol español. El caso Milla no hace más que poner de relieve una problemática estructural que afecta a la credibilidad del sistema.
La reacción de Soria, lejos de ser un simple arrebato calenturiento, refleja una frustración acumulada durante toda la campaña. El portero, uno de los capitanes del equipo, ha asumido el rol de portavoz de un vestuario que se siente perjudicado por decisiones que consideran arbitrarias e injustas.
La polémica ha trascendido el ámbito estrictamente deportivo, convirtiéndose en un tema de conversación en programas de análisis y redes sociales. La figura del árbitro, siempre bajo la lupa, vuelve a ser cuestionada por su capacidad para mantener el control sin influir indebidamente en el resultado.
Para el Getafe, la prioridad ahora es superar el disgusto y preparar el siguiente compromiso con la garantía de que no se repetirán circunstancias similares. La confianza en el cuerpo arbitral, no obstante, queda seriamente dañada, y recuperarla requerirá tiempo y, sobre todo, coherencia en las decisiones futuras.
El partido de La Cerámica quedará en la memoria de la afición azulona como otro ejemplo de la batalla que, según ellos, deben librar contra elementos extradeportivos. La victoria del Villarreal, justa sobre el césped, queda matizada por el contexto de una expulsión que, para los intereses del Getafe, representa un castigo desproporcionado e injusto.
Finalmente, el deseo de Soria y de todo el club es que la justicia deportiva se aplique con equidad, sin distinciones entre grandes y pequeños, y que cada acción sea juzgada por su propio mérito, no por el escudo que defiende quien la comete. Solo así, argumentan, se preservará la integridad de la competición.