Linares ha vuelto a engrasar sus maquinarias. La ciudad jiennense ha recuperado este martes su pulso industrial con la entrega del primer todoterreno Santana 400, un hito que pone fin a una década y media de desierto automovilístico. Desde el cierre de la histórica factoría en 2011, la automoción era solo un recuerdo en esta comarca del norte andaluz. Hoy, ese recuerdo se materializa en acero, motor y esperanza.
El acto, celebrado en el parque empresarial de la localidad, representa la reactivación de una industria que durante 55 años definió la economía local. La Junta de Andalucía, propietaria de Santana Motors desde la marcha de Suzuki en 1995, decidió clausurar la planta hace catorce años ante pérdidas acumuladas que superaban los 270 millones de euros.
El impacto del cierre fue demoledor. Casi 2.000 empleos desaparecieron entre la fábrica principal y su red de proveedores. La comarca sufrió una crisis identitaria comparable solo al cierre de las minas de plomo en el último tercio del siglo XX. Durante quince años, la palabra "automoción" en Linares estuvo conjugada en pasado.
El nuevo Santana 400 no es una mera reedición nostálgica. Se trata de un todoterreno moderno que combina herencia y tecnología de vanguardia, disponible en versión diésel convencional y como híbrido enchufable (PHEV). La empresa ha fijado un ambicioso plan: producir 20.000 unidades en los próximos tres años, generando 170 puestos de trabajo directos.
Este renacimiento industrial no ha sido posible sin alianzas internacionales de peso. Santana Motors ha tejido una sólida red de colaboración con Coronet Motors y Zhengzhou Nissan, dos gigantes chinos del sector. A estas socias se suma ahora BAIC Automotive Group, que ha firmado un acuerdo estratégico para la producción y comercialización de una gama completa de vehículos todoterreno de pasajeros.
La fábrica de Linares operará inicialmente en modo de ensamblaje final. Los vehículos llegarán en formato SKD (Semi Knocked Down), es decir, desmontados en módulos, para ser completados en la Santana Factory. Este modelo de producción permitirá optimizar costes y agilizar el proceso de puesta en marcha. La cadena de montaje estará totalmente operativa a principios de 2026.
El plan de negocio contempla una expansión gradual. Después de la pick-up Santana 400, la compañía introducirá entre 2026 y 2028 una familia completa de SUV: dos modelos de tamaño medio, uno compacto y dos de gran tamaño. Esta gama cubrirá los segmentos más demandados del mercado europeo.
Eduardo Blanco, CEO de Santana Motors, ha definido este lanzamiento como "el inicio de una nueva etapa industrial para Andalucía". La compañía ha desplegado una red comercial que abarcará todo el territorio nacional y mercados estratégicos del sur de Europa: Portugal, Italia, Andorra y Gibraltar. Además, un acuerdo con el Grupo JPG garantizará un servicio posventa de alto nivel con soporte técnico avanzado y suministro rápido de piezas.
El acuerdo con BAIC, rubricado entre Zewen Liu, director de Santana Factory, y Li Hui, Deputy CEO de BAIC Group, representa un salto cualitativo. Ambas compañías ya colaboran en el desarrollo de futuros modelos. La presencia de BAIC en Andalucía posiciona a Linares como un hub de producción automovilística en el Mediterráneo.
La reindustrialización de Linares forma parte de una estrategia más amplia de la Junta de Andalucía por atraer inversión manufacturera. El sector automovilístico, con su efecto tractor sobre la economía local, es un pilar fundamental. Cada puesto de trabajo en la fábrica genera entre tres y cuatro empleos indirectos.
Para los linarenses, el regreso de la automoción supone la recuperación de un legado intergeneracional. Muchos de los nuevos empleados son hijos o nietos de antiguos trabajadores. El conocimiento industrial, aunque dormido, no se perdió del todo. La experiencia acumulada durante más de cinco décadas se reactiva con nuevas herramientas.
El Santana 400 mantiene la esencia de sus predecesores: robustez y capacidad off-road. Pero ahora añade tecnología híbrida, sistemas de conectividad modernos y cumple con las normativas de emisiones europeas. Es un vehículo concebido para el trabajador profesional y el aventurero particular, con un equilibrio entre funcionalidad y sostenibilidad.
El calendario es ambicioso pero realista. Durante 2025, Santana Motors ultimará la instalación de la cadena de montaje. A principios de 2026, la fábrica alcanzará su ritmo de producción objetivo. Entre 2026 y 2028, la gama de SUV de BAIC se integrará progresivamente.
El impacto económico proyectado es significativo. Más allá de los 170 empleos directos, se estima que Linares y su comarca podrían ver crear hasta 700 puestos de trabajo relacionados. La inversión inicial supera los 50 millones de euros, con previsiones de duplicar esa cifra en los próximos cinco años.
La historia de Santana en Linares es una de las más longevas de la industria española. Desde 1956, la marca ha sido sinónimo de vehículos todoterreno capaces de soportar las condiciones más duras. Su colaboración con Suzuki durante décadas le dio proyección internacional. Ahora, con socios chinos, busca replicar ese éxito.
El contexto es favorable. La demanda de vehículos todoterreno está creciendo en Europa, impulsada por sectores como la construcción y la agricultura. El segmento de los híbridos enchufables, además, se beneficia de incentivos públicos en varios países.
La estrategia de Santana Motors combina lo global y lo local. Por un lado, aprovecha la capacidad tecnológica de sus socios asiáticos. Por otro, mantiene su identidad española y su arraigo en Andalucía. El lema podría ser: "Tecnología internacional, alma linarense".
El desafío es considerable. La competencia en el segmento de los todoterrenos es feroz, con marcas consolidadas. Sin embargo, Santana confía en su relación calidad-precio y en la lealtad de un mercado que recuerda con cariño a la marca original.
La administración andaluza ha mostrado su compromiso, facilitando permisos administrativos y ofreciendo incentivos fiscales. La colaboración público-privada es clave para el éxito de una iniciativa de esta envergadura.
Para la comunidad local, el regreso de la automoción es un motivo de orgullo colectivo. Las calles de Linares vuelven a oír hablar de motores, de cadenas de montaje, de futuro industrial. La desilusión de 2011 da paso a la esperanza de 2025.
El Santana 400 no es solo un vehículo. Es un símbolo de resiliencia industrial, de capacidad de reinventarse. Cada unidad que salga de la fábrica llevará consigo no solo componentes mecánicos, sino también el sueño de una ciudad que ha vuelto a creer en su destino manufacturero.
La transición energética está presente. El modelo PHEV permite a Santana ofrecer una alternativa sostenible sin renunciar a las prestaciones off-road. Es una apuesta pragmática: mientras el mercado se electrifica, los híbridos sirven de puente tecnológico.
La fábrica de Linares está llamada a ser más que un mero ensamblador. La colaboración en desarrollo con BAIC sugiere que podría participar en la ingeniería de modelos para el mercado europeo. Eso elevaría su valor añadido y su relevancia estratégica.
El tiempo dirá si esta reactivación es definitiva. Por ahora, los indicios son positivos: socios sólidos, producto competitivo, plan de negocio claro y apoyo institucional. Linares ha demostrado que, en automoción, los finales pueden ser solo nuevos comienzos. La llave de contacto del primer Santana 400 no solo ha arrancado un motor; ha encendido una ilusión colectiva que ilumina el futuro de toda la comarca.