LaLiga responde al Real Madrid por la sentencia de derechos TV

Javier Tebas rechaza las acusaciones del club blanco sobre el reparto de 88 millones en la temporada 2015-2016

Una nueva controversia sacude el panorama del fútbol español. La reciente sentencia del Tribunal Supremo sobre el reparto de los ingresos por derechos de televisión ha desatado un intenso enfrentamiento dialéctico entre LaLiga y el Real Madrid. Lo que comenzó como una decisión judicial sobre una cuestión técnica ha derivado en un intercambio de comunicados donde las acusaciones de interpretación parcializada y oportunismo han llegado a primer plano. La institución que preside Javier Tebas no ha tardado en responder a las demandas económicas del conjunto madridista, calificándolas de sesgadas y alejadas de la realidad jurídica del fallo. El conflicto, centrado en la distribución de fondos de la campaña 2015-2016, ha reabierto el debate sobre la transparencia y equidad en la gestión de los ingresos audiovisuales del fútbol profesional español. Los hechos acontecidos durante ese ejercicio, previo a la entrada en vigor de la normativa actual, sirven ahora como argumento para una reclamación millonaria que LaLiga considera infundada. La tensión entre ambas entidades, históricamente compleja, alcanza ahora un nuevo capítulo que podría tener repercusiones en la gobernanza del deporte rey. El organismo rector de la competición insiste en que su actuación siempre ha estado regida por los principios de legalidad y defensa de la igualdad entre los clubes, mientras que el Real Madrid defiende una supuesta vulneración de sus derechos patrimoniales. El desencadenante de esta disputa pública fue la publicación de una resolución judicial que anula una previsión estatutaria de carácter transitorio. Según el criterio de LaLiga, esta medida tenía como único objetivo cubrir un vacío legal no contemplado expresamente por el legislador para esa temporada específica. El Real Decreto-ley 5/2015, que establece el marco actual de distribución de ingresos por derechos de retransmisión, no había entrado aún en vigor, lo que generó una situación de incertidumbre normativa que la patronal decidió solventar mediante una disposición provisional. El club presidido por Florentino Pérez interpreta este hecho como una vulneración de la legalidad que justifica una indemnización. En su comunicado oficial, la entidad merengue exige el abono de aproximadamente 88 millones de euros, cantidad que considera que fue distribuida irregularmente entre los equipos de Primera División. De ese monto global, reclama para sí unos 8,8 millones que entiende le correspondían por derecho. Esta postura, sin embargo, choca frontalmente con la lectura que hace LaLiga del mismo fallo judicial. La institución que agrupa a los clubes profesionales españoles considera que el Real Madrid realiza una interpretación sesgada y oportunista de la sentencia, desfigurando tanto su contenido como su alcance real. El máximo órgano judicial no habría establecido, según LaLiga, ninguna condena al pago ni determinado la ilegalidad del reparto efectuado. Más allá de declarar la nulidad de una norma transitoria, el fallo no especifica un mecanismo alternativo de distribución ni ordena la devolución de las cantidades ya percibidas por los clubes. Javier Tebas, visible cabeza de la institución, ha liderado la respuesta contundente contra las pretensiones del club blanco. A través del comunicado oficial, LaLiga deja claro que ninguna otra entidad deportiva ha cuestionado el reparto de ingresos de aquella temporada. Este silencio generalizado por parte del resto de equipos, según el organismo, refuerza la legitimidad del procedimiento seguido y desmonta la tesis de una supuesta perjuicio generalizado. La defensa de la transparencia y el respeto al marco legal son los ejes sobre los que LaLiga sustenta su argumentación. La patronal del fútbol español subraya que su única prioridad ha sido y seguirá siendo la protección de la integridad de la competición. En este sentido, garantizar un sistema de reparto previsible y justo resulta fundamental para mantener la igualdad competitiva entre todos los participantes. La concentración desproporcionada de recursos en pocas entidades, según esta lógica, debilitaría el equilibrio deportivo y económico que ha permitido a LaLiga consolidarse como una de las competiciones más atractivas del mundo. La respuesta institucional concluye con un llamamiento a la responsabilidad. LaLiga lamenta la difusión de una interpretación interesada del fallo judicial y recuerda que la sentencia no cuestiona ni declara ilegales los acuerdos de ejecución del reparto. Tampoco, insiste, ordena rehacer ninguna de las operaciones ya ejecutadas durante la temporada 2015-2016. Esta aclaración busca cerrar cualquier vía a futuras reclamaciones de similar naturaleza y consolidar la estabilidad del modelo de distribución vigente. El debate subyacente trasciende la mera cuestión económica. En el fondo del conflicto se encuentra un desacuerdo estructural sobre el modelo de gobernanza del fútbol español. El Real Madrid, con su peso histórico y económico, defiende una posición que le permitiría recuperar fondos significativos y, posiblemente, sentar un precedente para futuras impugnaciones. LaLiga, por su parte, protege un sistema que considera equilibrado y que ha permitido la profesionalización y crecimiento económico de la mayoría de los clubes. La tensión entre los intereses individuales de los grandes clubes y el bien común de la competición no es nueva. Sin embargo, esta nueva confrontación pública llega en un momento crítico para el fútbol español, que busca consolidar su posición en el panorama internacional frente a otras ligas poderosas. Cualquier señal de inestabilidad institucional o judicial podría afectar la percepción de inversores y patrocinadores. La estrategia comunicativa de LaLiga busca desactivar la polémica rápidamente. Presentando una lectura unánime del fallo y destacando el apoyo tácito del resto de clubes, el organismo intenta aislar la postura del Real Madrid y minimizar su impacto mediático y jurídico. La utilización de términos como desfigurar o inducir a confusión refuerza el mensaje de que la reclamación carece de fundamento sólido. Desde el punto de vista jurídico, la ausencia de una condena expresa al pago en la sentencia del Tribunal Supremo dificulta la viabilidad de la pretensión del Real Madrid. Para obtener una indemnización, el club necesitaría iniciar un nuevo procedimiento donde demuestre no solo la nulidad de la norma, sino también el perjuicio concreto sufrido y el nexo causal con la actuación de LaLiga. La barrera de la prescripción y la complejidad de probar un daño patrimonial en un contexto de distribución colectiva de ingresos añaden más obstáculos a su reclamación. La situación pone de manifiesto la fragilidad de los acuerdos transitorios en ausencia de una regulación clara. La temporada 2015-2016 representó un período de transición entre el antiguo sistema de negociación individual de derechos y el nuevo marco de centralización y reparto solidario. Las prisas por adaptarse a la nueva realidad normativa generaron soluciones provisiones que, ahora, años después, son objeto de controversia. La lección para el futuro es evidente: cualquier modificación en la estructura de distribución de ingresos requiere una base legal sólida y el consenso amplio de los actores involucrados. La experiencia de esta polémica servirá, probablemente, para extremar las precauciones en futuras reformas estatutarias. Mientras tanto, el fútbol español sigue su curso con la mirada puesta en los terrenos de juego, pero con la certeza de que las batallas en los despachos y los tribunales son parte inherente de la gestión del espectáculo deportivo moderno. La resolución de este conflicto, sea cual sea su desenlace, marcará un hito en las relaciones de poder dentro del ecosistema del fútbol nacional. LaLiga ha dejado claro que no cederá en su defensa del modelo actual, mientras que el Real Madrid mantiene su postura de reclamar lo que considera suyo. El tiempo y la justicia determinarán quién tiene la razón.

Referencias

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